Videojuegos: ¿un pasatiempo peligroso?

Luces, colores, explosiones y batallas ganadas son algunos de los estímulos que nos llegan desde la pantalla que muestra el videojuego. Esta actividad que entretiene y genera adrenalina, también tiene sus lados grises que pueden provocar un desorden grave en la vida cotidiana de niños y adolescentes.

En algunos casos, el jugador se vuelve obsesivo, pierde el control y es el juego mismo el que le marca hasta dónde puede llegar. Esta obsesión llega en forma gradual:  primero juega en forma esporádica, luego aumenta la frecuencia hasta ser prácticamente diaria, y empieza a tener repercusiones en otros aspectos de la vida cotidiana.

Si la adicción se intensifica, el jugador puede acabar convirtiéndose en un verdadero ludópata. En estos casos, la vida del jugador gira en torno al videojuego, ocupa todo su interés y pensamiento, y puede llegar a decier mentiras para poder seguir jugando.

De a poco el videojuego va desplazando otras actividades como el deporte, la lectura o el contacto con los amigos. El aislamiento del jugador rompe con su vida social, y esto puede tener graves consecuencias, como por ejemplo la potenciación del individualismo.  En los casos más graves, la práctica excesiva de estos juegos lleva al niño a una huida del mundo real, encerrándose en otro virtual.

Del juego recreativo a la depresión y la ansiedad

Tanta atención puesta en el juego termina agotando y cansando al sistema nervioso, con la aparición de eventuales síntomas de depresión o ansiedad. En estos casos se produce un importante deterioro en el rendimiento académico por defectos en la capacidad de atención y un desinterés llamativo por las actividades escolares.  Estos niños y jóvenes terminan perdiendo el control sobre sí mismos, y dan lugar incluso a la aparición de síntomas de abstinencia cuando no pueden practicarlos o se les priva de su uso, unido a un comportamiento impulsivo y violento.

El uso excesivo de videojuegos también trae aparejado más sedentarismo, algo sumamente perjudicial en la etapa de crecimiento de niños y adolescentes. Este sedentarismo, sumado al consumo de alimentos y bebidas poco saludables o snacks,  pueden desencadenar sobrepeso y obesidad.

El cuerpo sufre

Otra consecuencia del uso continuo y prolongado de los videojuegos es la aparición de molestias e irritación en los ojos, debido a que no se espacia el parpadeo que lubrica la córnea.

En algunos niños puede aparecer dolores de cabeza o musculares, y vicios posturales debido a la posición adoptada durante el juego. También se han observado con frecuencia molestias en la mano y muñeca por el desarrollo de tendinitis o inflamación en los tendones.

Problemas derivados del contenido

Si el niño centra el interés en un determinado tipo de juegos, se limita su creatividad hasta causar una atrofia de la capacidad imaginativa. Hay juegos de contenido nocivo, xenofóbico, violento (guerra, destrucción, violencia callejera, atropellos) y también racista o sexista (mujer como premio o víctima).

Estos videojuegos pueden introducir pautas de comportamiento muy patológicas en una personalidad en formación como la del niño. No hay que olvidar que en la infancia y adolescencia, el desarrollo de la personalidad depende entre otras cosas de modelos o estereotipos sobre los que el niño o adolescente centra su atención.

Efectos positivos

A pesar de lo dicho, hay ciertos efectos positivos del empleo correcto de los videojuegos. El intercambio de los juegos puede favorecer el contacto social y la participación en actividades comunes. Es otra forma de propiciar el contacto entre amigos, tal como ocurre al hacer un deporte. También cabe mencionar que perseguir un objetivo determinado en pos de un premio o terminar el juego, estimula en el niño la idea de perseverancia y la constancia. Y cada vez que pierda en el juego aumentará su tolerancia frente al fracaso.

El videojuego require rapidez en la toma de decisiones, que predispone al niño a actuar sin dejarse llevar por sus dudas. También favorecen la coordinación visual y manual, potenciando la adquisición de habilidades manuales. Y por último, estimulan la memoria y la capacidad para retener conceptos numéricos e identificación de colores facilitando el contacto del niño con el entorno informático.

Llegados a este punto, y ante la presencia de señales que puedan indicar un problema serio en relación con los videojuegos, será conveniente recurrir al consejo de especialistas en la materia.

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Fuente: Clínica Universidad de Navarra

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