Qué son los trastornos psicosomáticos

Los trastornos psicosomáticos afectan a más del 10% de la población mundial, tanto hombres como mujeres. Y hay estudios que demuestran que al menos 1 de cada 4 pacientes va a su médico de cabecera por dolores psicosomáticos. Los mismos pueden abarcar  síntomas y dolencias que no tienen como causa principal una alteración anatómica o fisiológica, por eso son difíciles de diagnosticar y de tratar.

Existen diversas posturas sobre si la psicosomatización debe ser considerada un trastorno psiquiátrico, o si se la debe abarcar como la presencia de un conjunto de síntomas que complican la presentación de una enfermedad médica habitual.

Esto se da en particular con las  enfermedades frecuentes como el síndrome de intestino irritable, la dispepsia funcional, síndromes dolorosos (desde dolores articulares, cefalea o dolores lumbares o cervicales), o fatiga crónica. También los episodios de dolor torácico (descartadas causas cardiovasculares), o síntomas urogenitales.

Cabe destacar, que este desequilibrio entre el cuerpo y la mente puede provocar la disminución de las defensas y, por tanto, dejar al paciente más vulnerable ante los agentes externos, aumentando las posibilidades de enfermarse.

Factores de riesgo

Hay una serie de factores de riesgo para el desarrollo de trastornos que pueden ser interpretados como somatización:

  • Tener perspectivas negativas
  • Cargas psicológicas como traumas, mal manejo del estrés, angustia o ansiedad persistentes
  • Ser más sensible física y emocionalmente al dolor y otras sensaciones
  • Tener antecedentes familiares o una educación vinculada con esta patología
  • Causas genéticas.

Qué hacer  en  caso de sospecha 

Como primera medida, se debe definir en una consulta médica si el síntoma es producto de un trastorno psicosomático.  Para ello se realiza una evaluación que abarque los tratamientos y se busca identificar si la dolencia tiene origen psicosomático.

El tratamiento ante un caso de una posible afección psicosomática debe tener como eje el abordaje multidisciplinario, por medio de médicos generalistas o especialistas, tratamientos de rehabilitación y un seguimiento por psicólogos o psiquiatras, según corresponda. También se puede recurrir a terapias alternativas como meditación, yoga y mindfullness, dependiendo la patología en cuestión.

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