Eris o EG.5 y Pirola o BA.2.86 son las nuevas subvariantes ómicron de coronavirus, detectadas en febrero y agosto de este año respectivamente. Eris circula especialmente en Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y China, aunque también se han detectado casos en Latinoamérica y Europa. En EE.UU. es la variante dominante, responsable del 17% de los casos. En Colombia se identificó en el mes de junio, causando 15% de los nuevos casos, y en México se registraron al menos dos casos, también en el mes de junio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS por sus siglas en inglés), afirma que Eris podría convertirse en la sub variante dominante en algunos países, incluso a nivel mundial, y provocar un aumento global de los casos de COVID-19. Sin embargo, asegura que no hay indicios de que provoque casos más graves que las otras variantes, ni de que sea capaz de evadir la inmunidad adquirida por una infección previa o por la vacuna.
En cuanto a Pirola, que debe su nombre a un asteroide descubierto en 1927 y también a una planta del Polo Norte, a la fecha solo se han detectado unos pocos casos repartidos en Dinamarca, Israel, Reino Unido y Estados Unidos.
Síntomas y prevención
Hasta el momento, los síntomas de Eris son similares a los de otras variantes de COVID-19, que incluyen fiebre, tos y fatiga, así como secreción nasal, dolor de cabeza o dolor muscular. Puede confundirse con un resfriado, una gripe o una neumonía, y no se ha detectado que sea más grave o intenso que en las otras cepas.
Respecto de Pirola, aún no hay forma de describir los síntomas específicos de esta variante, ya que solo se conocen unos pocos casos en el mundo. La cepa se encuentra aún en estudio, ya que posee mutaciones que impiden determinar como van a reaccionar las personas a su infección, aunque se estina que podría haber una mayor transmisibilidad entre ellas.
Actualmente, las vacunas COVID-19 se están adaptando a las variantes ómicron, y ofrecen una amplia protección contra complicaciones graves o muerte causadas por cualquiera de las cepas. Cabe recordar que las dosis de refuerzo reducen el riesgo de infección en personas frágiles, ancianas o con problemas de salud subyacentes, que podrían empeorar si desarrollaran la infección.
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