Embarazo adolescente: un problema de todos

Cada año, 16 millones de muchachas de entre 15 y 19 años dan a luz. De este total, un millón de jóvenes ni siquiera han cumplido los 15. El embarazo en la adolescencia sigue siendo uno de los principales factores de mortalidad materna e infantil, informa PAHO (Organización Panamericana de la Salud), en la campaña de la Semana de Prevención del Embarazo en Adolescentes.

¿Qué podemos hacer para reducir estas tasas?

Lo primero, siempre, es conversar con nuestras hijas. Hay muchas jóvenes que sienten vergüenza de hablar del tema con sus padres. Si éste es el caso, ofrézcale la posibilidad de hacer una consulta a un médico ginecólogo. De esta forma, contará con la información necesaria para tomar decisiones saludables, no sólo para esta etapa sino para toda la vida.

América Latina y el Caribe tienen la segunda tasa de fecundidad en adolescentes más alta del mundo, se calcula que entre 2010 y 2015 se produjeron 66,5 nacimientos por cada 1 000 adolescentes de 15 a 19 años, en comparación con 46 nacimientos por cada 1 000 adolescentes en el mismo grupo etario en el resto del mundo. Las tendencias a lo largo del tiempo indican que la tasa de fecundidad en adolescentes se mantuvo estable en América Latina y el Caribe desde 1990 hasta el 2000, seguido de una tendencia descendente lenta durante los siguientes 15 años. Por el contrario, se ha producido una disminución mucho
más marcada en la tasa de fecundidad total en mujeres de grupos de mayor edad. En la actualidad, cerca del 15% de los embarazos en América Latina y el Caribe corresponden a chicas menores de 20 años, según el informe «La salud de los adolescentes y jóvenes en la región de las Américas», publicado por PAHO/OMS (2010/2018).

Aislarlos, no; acompañarlos, sí

Muchos padres creen que como en las películas, en las canciones de moda, en las redes sociales se habla de sexo, sus hijos ya saben todo lo que hay que saber. Pero esto no es así.

La educación sexual es responsabilidad de los padres y aunque hayan tenido charlas en la escuela, somos los padres los que debemos romper el hielo y hablar de relaciones sexuales seguras y de prevención del embarazo. Quizá nunca encontremos el momento justo, quizá nos resulte incómodo. Pero si amamos incondicionalmente a nuestros hijos, debemos estar ahí. No sólo para hablar, sino para escucharlos, para responder sus preguntas y para, juntos, acompañarlos en su crecimiento.

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