¿Debería sentirme mal si no soy productivo durante esta crisis?

Estamos viviendo una crisis sin precedentes en la historia humana, que nos ha tomado de sorpresa y que muchos aún no logramos entender. Nos preguntamos constantemente, ¿cómo nuestra vida cambió de un día a otro? Ya no podemos salir de nuestras casas libremente, estamos casi prisioneros dentro de ella, nuestros planes cambiaron, nuestra rutina se fue. Es posible que a muchos nos preocupe la situación económica, ¿cómo sobreviviremos si no podemos salir a trabajar?; muy pocos cuentan con un salario que les respalde.

Por otro lado, a otros les inquieta no estar cerca de sus seres queridos, ¿cómo la estarán pasando? ¿estarán bien y con salud?; en fin, hay tantas realidades como personas viviendo en este hermoso planeta. Sin embargo, existe otra preocupación latente en cada hogar: ¿qué hacer con tanto tiempo libre?; especulamos todos los días la mejor manera de “optimizar” nuestro tiempo en tareas productivas, pues eso, es lo que se espera de nosotros, que aprovechemos “tanto tiempo libre”.

Desafío dentro de la crisis

Este impulso que todos sentimos y esa necesidad de hacer algo, aun en una situación de crisis de magnitud global, refleja una cultura que nos ha moldeado y que nos exige estar siempre activos, creando, desafiando. Que cada segundo de nuestra vida debemos estar produciendo, ya sea un bien para los demás o para nuestro propio beneficio. La saturación de actividades en las redes sociales sobre “qué hacer con nuestro tiempo libre”, también ha sido un disuasivo muy influyente; tan fuerte que si no hemos logrado cumplir con las metas propuestas, es posible que lleguemos a sentirnos mal, por no estar optimizando nuestro tiempo.

Y en esta dinámica de querer estar “haciendo algo” -que al no hacerlo, nos hará sentir culpables- ese sentimiento terrible que nace de la “sanción”, ese señalamiento acusador o de condena producida -por algo que no hicimos y que se asume debamos hacer- genera en nosotros sentimientos de tristeza, remordimiento, lamentación, angustia, impotencia y frustración.Este panorama trasladado a la crisis actual (pandemia del coronavirus), situación nada normal y sin precedente alguno, puede dejarnos atrapados y paralizados, sin acciones, con miedo y pánico.

Aceptación de la realidad

Debemos aceptar y reconocer que la incertidumbre que experimentamos es un sentimiento real, producto de lo que desconocemos. Pero someternos a esta presión de auto-optimización en este momento es inútil, ya que podemos llegar a experimentar sentimientos de fracaso, miedo y culpa, sencillamente por no lograr cumplir con las expectativas planteadas.

Es común escuchar a diario que el Covid-19 ha proporcionado la oportunidad de replantearse la vida, sobre todo al interior de las familias y esa es una gran verdad, pero no deja de ser cierto que también agrega una gran presión. Todos estamos lidiando con esto de manera diferente y es evidente la tendencia de avergonzar a las personas que lo están haciendo de manera distinta, no existe una formula, ni tips de cómo hacerlo.

Recordemos que estamos viviendo una pandemia con efectos terribles sobre nuestra salud y con consecuencias psicológicas y sociales; Además nuestras diferencias individuales y condiciones son distintas, por lo que no vamos a reaccionar de la misma manera. Aceptar la incertidumbre evitará en gran medida la generación en exceso de pensamientos relacionados con el control, reconociendo que no podemos controlarlo todo y que existen situaciones ajenas a nuestra voluntad, es decir, está bien sentirnos mal.

Cómo estamos gestionando nuestras emociones

El hecho de aprender a gestionar nuestras emociones, es reconocer y aceptar que vivir desde un realismo nos ayuda a conectar con quienes somos y cómo es nuestra relación con el mundo. Encontrar la manera de cómo lidiar con esta realidad podría ser simplemente mantenernos informados, sentirnos protegidos y seguros en nuestros hogares, simplemente estar; sin agregar mayor presión de la que ya tenemos.

Históricamente el ser humano ha dado muestras de poseer la capacidad para superar las dificultades y también se ha evidenciado que hemos aprendido de ellas, nos ha hecho más fuertes, más humanos, más humildes. Este confinamiento obligado puede verse como la oportunidad que quizás nunca buscamos, pero que si necesitábamos. Así como también, nos sirve para recordarnos que formamos parte de un todo y que no estamos solos, que estamos unidos en una causa y propósito universal.

Todo es nuevo, nunca habíamos vivido una situación similar. Debemos aprender de este momento y entender que el aprendizaje será día a día. Aceptar la incertidumbre que nos causa esta crisis, significará darle la oportunidad a la vida y esperarla con toda su grandeza.

Artículo escrito por MSc. Bertha Grádiz Müller, Psicóloga Clínica

Para consultas online, escribir a [email protected]

Más información de la autora, hacer clic aquí

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *