En 1944, un médico pediatra austríaco, llamado Hans Asperger, describió a cuatro pacientes con características similares: tenían una inteligencia normal a superior y a la vez contaban con pocas habilidades sociales e intereses extremadamente estrechos. Al mismo tiempo, eran niños con tendencia a la torpeza.
Casi cuatro décadas más tarde, la psiquiatra inglesa Lorna Wing publicó una serie de casos estudio con las mismas descripciones y utilizó el término “Síndrome de Asperger”.
En 1994, el síndrome de Asperger fue incluido en la lista del Manual Diagnóstico y Estadístico de Desórdenes Mentales (DSM-4).
En la actualidad, tanto el Síndrome de Asperger es incluido dentro un diagnóstico más amplio como “desorden del espectro autista”, tal como se lo incluyó en el DSM-5 en 2013.
La incidencia de Asperger no está bien establecida, pero los expertos en estudios de población estiman conservadoramente que dos de cada 10,000 niños tienen el trastorno. Los varones tienen tres a cuatro veces más probabilidades que las niñas de tener Síndrome de Asperger.
¿Cuáles son las señales de un niño con Asperger?
- Dificultad con las interacciones sociales.
- Pocos y estrictos intereses.
- Tendencia a la repetición
- Llamativa persistencia hacia las cosas que les llama la atención.
- Aptitud para reconocer patrones (en los diseños, textos, lugares).
- Atención al detalle.
Desafíos a los que se enfrenta un niño con Asperger
- Hipersensibilidad: a las luces, sonidos, sabores.
- Dificultad para sostener una conversación
- Dificultad con la comunicación no verbal
- Coordinación en los movimientos
- Ansiedad y depresión
Esta lista puede variar según cada persona y es muy importante, si los padres detectan algunas de estas señales o características, hacer una consulta profesional. Cuanto antes pueda realizarse el diagnóstico, mejores serán las posibilidades de acompañar al niño con Asperger en su desarrollo.
Terapias como la cognitiva conductual o la terapia física y ocupacional podrán ayudarlo a mejorar la coordinación, la comunicación y a manejar la ansiedad. No sólo de los niños, sino también de la familia.
Fuente: Autism Speaks / NIH